La historia nos cuenta como un nativo se las ingenió para denunciar la tala indiscriminada de árboles de su comunidad con el apoyo ciertamente positivo de Google Earth y toda su maquinaria satelital puesta al servicio de los más desprotegidos. Almir Suruí un hombre, un visionario de la selva en el Amazonas de Brasil nos transporta imaginariamente en su 4×4 a través de la webviajesalpasado.com para decirnos. :
"No soy menos indígena por conducir un todoterreno. El indígena lo es por su amor a la naturaleza, por el respeto a la selva…"
Un día viajé a Cacoal -una localidad cercana- y entré en un cybercafé. Fue allí donde descubrí internet y poco después conocí Google Earth. Me di cuenta de las posibilidades de esa herramienta. Pensé en lo importante que sería detectar vía satélite la tala ilegal del Amazonas. Pero había un problema, En Google Earth, la región de Rondonia no tenía suficiente definición para apreciar el desastre. Entonces pensé que podría visitar a los responsables de Google para convencerles de que centraran sus satélites en esta región del mundo y poder así denunciar a los furtivos”
Hasta ahí me pareció el relato de un soñador, un quijote de selva, un ingenuo con iniciativa. Pero Almir continuó:
“Me enteré de que los responsables de la compañía estaban en Washington y compré un billete de avión. Me acerqué a la sede de Google y al principio no me dejaban entrar. Esperé varios días en la puerta del edificio hasta que me recibieron, casi por derribo, y entonces les conté el problema.”
A los responsables de Google Earth les conmovió tanto la historia que incluso viajaron hasta Rondonia, ajustaron la definición de sus programas vía satélite y añadieron un sistema de denuncias online
A los responsables de Google Earth les conmovió tanto la historia que incluso viajaron hasta Rondonia, ajustaron la definición de sus programas vía satélite y añadieron un sistema de denuncias online para localizar en cualquier momento la tala ilegal en esta parte del mundo. Ese sistema hoy está extendido a otros muchos territorios.
Almir se ha convertido en un referente entre los indígenas del planeta. Acude a conferencias en diferentes continentes, agita las conciencias y cuenta su historia. Después vuelve a la aldea de Sete de Septembro para devolver árboles a la selva y reverdecer su tierra.
El día de nuestra partida, nos invitaron a plantar un árbol cada uno. Sé que hay un mógano más creciendo en la selva de los suruí. Ese honor que me devuelve de vez en cuando, con la memoria, a esa tierra donde conviven las flechas y los ordenadores, donde el progreso se ha encargado de frenar al “progreso” y donde los indios son capaces de inventar sueños vía satélite. Y cambiar el mundo.
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