Por Florencia Halfon-Laksman
La socióloga y ensayista será la directora del recientemente inaugurado Museo del Libro y de la Lengua, que abrirá sus puertas al público a partir del próximo 10 de octubre. Ubicado junto a la Biblioteca Nacional, del cual depende, la aspiración es que reciba al público de todo el país. Dispondrá de más de 1000 metros cuadrados y habrá exposiciones permanentes.
Una cajita de música que reproduce el Himno Nacional, bombos africanos que acompañan la historia de la tradición de esos pueblos en América, una pantalla con sopa de letras y fragmentos de grandes autores argentinos son algunas de las atracciones que ofrecerá el nuevo Museo del Libro y de la Lengua, que fue inaugurado el jueves de manera oficial por la presidenta Cristina Fernández.
Su directora, la socióloga y ensayista María Pía López, adelantó a Tiempo Argentino que planean abrirlo al público el 10 de octubre y que el objetivo es “convertirlo en un sitio que reciba contingentes de todo el país y de distintos sectores, más allá de los que viven cerca”.
Dependiente de la Biblioteca Nacional, este espacio de más de 1000 metros cuadrados ubicado en la misma manzana pero sobre la Avenida General Las Heras (entre Austria y Agüero), será de acceso gratuito, tendrá una muestra permanente y tres salas con exposiciones temporales. En diez días quedarán inaugurados la planta baja y sus otros dos pisos, mientras se terminan de alistar los salones. López detalló: “Por ahora es sobre la lengua española hablada en la Argentina, pero de a poco se va a ir transformando.”
¿Cómo surgió la idea de hacer un museo del libro y de la lengua?
La primera idea apareció en 2008 desde la Biblioteca, con la intención de fundar un museo del libro y del autor clásico argentino. Teníamos la intención de expandir la política del libro, generando una serie de actividades pedagógicas y culturales. Pero la fuimos modificando porque nos pareció que la gente a la que le gustan los libros quiere tocarlos, verlos; y a los que no les gustan los libros, no encontrarían un atractivo mayor en un museo del libro. Queríamos buscar un visitante posible y en el medio se creó un museo de la lengua portuguesa en Brasil. Eso fue muy estimulante por el modo en que se articulaba el uso tecnológico y las reflexiones sobre el tema. Ahí advertimos que no había ningún museo de la lengua española y empezamos a imaginar uno que articulara las dos dimensiones.
¿Con qué se va a encontrar el público?
Con distintas exposiciones. La muestra permanente tiene dos plantas: una en la planta baja, dedicada a reflexionar sobre la lengua, con paneles expositivos, puestos de consulta informáticos sobre música, poesía y relatos grabados de distintas partes del país, y una serie de juegos artesanales, algunos manuales y otros informáticos; la otra, en el primer piso, es la exposición sobre libros, que busca salir de la cronología y centrarse en modos de lectura, acompañados de citas críticas. También hay una tercera salita de exposiciones temporarias: la primera muestra será una obra artística de Roberto Jacoby sobre los efectos políticos de la palabra escrita. Quedan otras dos salas, que están en proceso de construcción y son más complejas tecnológicamente: una instalación de la directora Albertina Carri acerca de la tensión entre el español y las lenguas indígenas, y un espacio acústico sobre la lengua en la historia de la radio argentina, con curaduría de Carlos Ulanovsky. Además, habrá trabajos artísticos de Marcos López e intervenciones de Miguel Rep.
¿El museo sólo abarca autores argentinos?
Casi todo, salvo en una dimensión: la de las traducciones. La mayoría de ellas fueron hechas en la Argentina, a excepción de la de Los Endemoniados, de Fedor Dostoievski, que está en español pero tiene valor porque fue leída por Roberto Arlt y muestra cómo la traducción funciona como desvío y como originalidad. El asunto es si se puede o no pensar Los Siete Locos como la argentinización de Dostoievski.
Horacio González (director de la Biblioteca Nacional) dijo que este proyecto podría complementarse con Tecnópolis. ¿En qué aspectos?
Así como Tecnópolis es un canto a la forma de creación humana expresado en la ciencia y la técnica, nosotros queremos que el museo pueda hacer eso con la lengua: invitar al visitante a considerar su capacidad, a reconocer esa fuerza de la cual es partícipe y a su vez heredero y creador. También por eso habrá juegos, no sólo para los niños.
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