Por Evangelina Simón de Poggia
La “ortografía” es mucho más que aquella parte de la gramática que se preocupa del uso correcto de los grafemas y otros signos auxiliares. El sistema ortográfico tiene, por un lado, un espíritu convencional configurado por un conjunto de normas o reglas ortográficas propio de nuestro alfabeto y, por otro, por un componente asociativo que permite establecer redes significativas entre el fenómeno ortográfico y las estructuras lingüísticas desde los ángulos fónico (grafémico en la escritura ), morfosintáctico, etimológico y semántico. Prodríamos, inclusive, extendernos hacia lo pragmático. La ortografía, vista desde la perspectiva indicada, adquiere una nueva dimensión, en la cual se establecen relaciones lingüísticas que propugnan la comunicación a través del nivel escrito.
La propuesta es que, partiendo de las reglas ortográficas, juguemos con los alumnos a entretejer redes de asociación, teniendo en cuenta lo sintagmático, lo paradigmático, lo asociativo, lo lineal y lo transversal. Estos aspectos son atravesados por lo fónico, lo morfosintáctico, lo etimológico y lo semántico, respectivamente. El docente, deberá avanzar sobre el conocimiento de la regla, en la que predomina la memorización, hacia las asociaciones desde los ángulos propuestos.
Debemos de tener claro que la enseñanza ortográfica requiere de un espacio propio para su desarrollo. El docente a cargo del área de lengua no puede detenerse en sus clases en la enseñanza del tema de nuestro interés, sí puede preocuparse del desarrollo de correctos hábitos ortográficos ; en principio, porque su enseñanza constituye un proceso, razón por la cual necesita un desarrollo témporo espacial y, por otro lado, por la exigencia de una práctica constante y variada. Sería ideal, entonces, la conformación de un espacio institucional , un taller de ortografía a cargo de profesionales idóneos. En dicho taller, los alumnos deberán tener acceso a la consulta de diccionarios alfabéticos-generales, etimológicos, de sinónimos y todo aquello que el docente considere de fundamental importancia.
La ortografía debe enseñarse de manera sistemática (lo que no implica desterrar la enseñanza ocasional) y los primeros pasos por este conocimiento, tal vez, deba transitarlo el alumno en el momento en que domine la lecto-escritura. Mientras tanto será importante que todos los docentes se aboquen al desarrollo de “buenos hábitos grafémicos” a través de sus correcciones en terreno.
Dado que la ortografía es un objeto de conocimiento de naturaleza lingüística , requiere una sólida formación del docente desde la ciencia, lo que le permitirá comprender las múltiples relaciones implicadas en dicho objeto, influir en el alumno de manera efectiva, guiándolo armónicamente en los procesos de construcción cognitiva, y observar con claridad sus características psicológicas.
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