domingo, 20 de mayo de 2012

La difusión tecnológica engrosa los diccionarios


La tecnología, de creciente protagonismo en la vida cotidiana, configura y modela el lenguaje. Los términos ''consola'', ''móvil inteligente'' o ''red social'', por mencionar algunos ejemplos al azar, se entremezclan naturalmente en nuestras conversaciones y son parte integral de nuestro modo de habla.
Sin hacer oídos sordos a estas consideraciones, diferentes academias abocadas a la Ciencia Lingüística incorporan en sus diccionarios términos tecnológicos, otorgando sustento y plena validez a su uso. Un paradigma elocuente es el término ''tableta'', palabra que será incorporada en el diccionario de la Real Academia Española en su edición de 2014.
¿Por qué no habría de figurar, si creemos natural la presencia de términos como ''teléfono'', ''radio'' o ''televisor'', novedades tecnológicas en alguna instancia de la historia?
José Manuel Blecua, presidente de RAE, así lo anunció recientemente. Afirmó que aún no es posible precisar cuál será la definición final para este término (adaptación del uso anglosajón, ''tablet'') ''porque nadie sabe lo que serán las tabletas en 2014, dada la velocidad a la que van la electrónica y la informática''. En este sentido, si bien ''la ciencia empieza con la palabra'', Blecua admite que sería imposible que la Lengua vaya por delante de la Tecnología y que ''las academias de la Lengua siempre han ido a remolque del uso del lenguaje por la sociedad''.
Otro caso de interesante mención es el del reconocido Oxford English Dictionary, volumen que en 2011 incorporó a sus páginas términos y abreviaturas propias de la Web y las redes sociales como ''OMG'' (''oh my god'', oh mi dios), ''LOL' (''laugh out loud'', fuerte carcajada) y ''FYI'' (''for your information'', para su información). El organismo justificó estas y otras incorporaciones fundándose en los ''contextos electrónicos'' como plataforma de despegue para términos que se han acoplado al habla habitual de las personas y al discurso de los medios de comunicación tradicionales.
Como hemos visto, la radiante influencia del cosmos tecnológico alcanza a los modos comunicativos y los estudiosos del lenguaje se acoplan a este movimiento. Concluyendo: ¿No es interesante pensar que el CEO de una compañía tecnológica ''decide'' qué palabras incorporarán los nuevos diccionarios, mientras bautiza un nuevo equipo? ¿No resulta interesante creer que nosotros mismos estamos haciéndolo al tiempo que difundimos ciertos términos en nuestra participación online?

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