domingo, 20 de mayo de 2012

Una geografía de nuestra lengua materna (Cuba)


Cada 23 de abril los hispanohablantes celebran el Día Mundial del Idioma Español. Más de 450 millones de personas se comunican en la actualidad a través de las diferentes variantes de la lengua de Cervantes.
Cuba, por supuesto, no escapa a esa inclusión. También como sucede en muchos países hispánicos y del mundo en general, cada región utiliza un modo distinto de hablar y hasta de entonar las frases.

Desde hace años, el Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor dedica uno de sus proyectos a conformar el ambicioso Atlas Lingüístico de esta Isla, donde un grupo de especialistas trata de cartografiar en 3000 mapas las posibles variaciones de nuestra lengua materna.

La Jefa de Elaboración del Atlas Lingüístico, Lourdes Montero explica que se necesitó utilizar en esa investigación a la geografía lingüística, metodología que data del siglo XIX y que llega hasta nuestros días.

“Esta metodología se propone reflejar en el espacio la variación de la lengua. Es cartografiar en mapas todas las formas lingüísticas relacionadas con la pronunciación, con el vocabulario y con la gramática; es decir, que en vez de reflejar estos mapas el medio físico, lo que van a reflejar son las formas en usos del lenguaje”.

Pero, ¿Cómo funciona esa metodología? y ¿Cuáles son los pasos para realizar ese atlas? Según Montero, el proyecto contó durante su elaboración de tres etapas: recolección de material, cartografiado de la realidad lingüística y la interpretación de ese mismo cartografiado.

Para la primera fase de conformación del atlas, su jefa principal recuerda que hubo que realizar un cuestionario a personas de 83 localidades distribuidas en las diferentes provincias cubanas, a partir de una serie de preguntas relacionadas con el vocabulario, con la gramática y con la pronunciación.

Los atlas más novedosos, señala Montero, trabajan hasta con la entonación, la cual también cambia según la zona en que se esté. Asimismo, otra buena parte de las preguntas fue dirigida a indagar por aquellas voces o palabras que los investigadores saben que varían en el territorio nacional.

Para ello, los lingüistas se nutrieron de toda la información recopilada en los diccionarios, pues en Cuba existe una gran tradición lexicográfica. Nuestra Isla posee muchos diccionarios que se remontan al siglo XIX y que recogen las voces regionales como es el de Esteban Pichardo. También en el XX, tenemos el de Rodríguez Herrera, donde se actualizan muchísimas voces partiendo del diccionario anterior ya mencionado.

“Si esas voces que en la primera mitad del siglo pasado y algunas que datan del XIX se decían que variaban, esto nos prepara el camino para preguntarnos ¿Qué es lo que está pasando? Sabemos que la lengua es un organismo vivo, que va cambiando en la medida en que la sociedad va transformándose y que nosotros nos vamos superando. De igual modo esa lengua cambia en proporción a la forma en que nos relacionamos con otros hablantes. Y, por tanto, hay algunos usos que pueden ser modificados, que pueden mantenerse vigentes o que sencillamente son olvidados; y un atlas debe reflejar eso”.

Para la elaboración del atlas también se necesitó contar con datos que ofrecieron los propios hablantes acerca de cómo una palabra es conocida en una región u otra, con lo que se completaron las interrogantes.

El proyecto del atlas cubano cuenta con un cuestionario bastante extenso, de casi 2500 preguntas léxicas que están enfocadas a recoger la variación del vocabulario.

El atlas posee además, otras 250 que van dirigidas a buscar las divergencias de la pronunciación, así como otras 300 que intentan hallar la diferencia desde el punto de vista gramatical. Todas ellas aplicadas en distintas zonas del país.

“Las localidades seleccionadas debían de contar con el asentamiento, al menos, de cuatro generaciones, pues mientras más antiguo el lugar, mejor. También se necesitaba que estuvieran esas zonas caracterizadas por poseer cierta estabilidad, y que fueran representativas del lugar. Para ello nos hicieron falta todos los datos que nos proporcionaron los informantes y los censos de población. En el caso de Oriente fuimos, por ejemplo, a Patana Arriba, es decir que visitamos lugares que tenían una historia construida a partir de sus propios hablantes.”

Montero nos comenta que en el caso del atlas lingüístico los investigadores se centraron en la recopilación de las formas de hablar del campesinado, porque las zonas rurales tienden a urbanizarse a partir de sus reagrupaciones en cooperativas.

Entonces, por esa tendencia que apunta a la disminución de esas zonas rurales es que fueron trabajadas; sólo así se podía dejar, al menos, una impronta de esa manera de hablar del siglo XX, en la década del 90.

Sin embargo, Lourdes Montero subraya que si un atlas pretende actualizar la forma de hablar debería centrar su atención en los lugares urbanos, porque más del 80% de la población cubana habita en las ciudades donde se dan los fenómenos demo-sociales más importantes como la emigración.

Para el 2013 se prevé la publicación digital del Atlas Lingüístico de Cuba que constará de 3000 mapas, pues el propio desarrollo de la tecnología lo posibilitará.

Actualmente están ya cartografiados sólo tres volúmenes de léxicos. Sin duda este proyecto será de un gran aporte al campo de la docencia y a la historia de la lengua. Hablar correctamente, despojados de vicios y deformaciones del lenguaje será siempre la mejor opción.


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