Josefa Hernández Cabarcas (Palenque, 1984), dice que la música de su lengua ancestral tiene orígenes bantúes e influencia portuguesa.
El abecedario que trajo Benkos Bioho a flor de labios se perpetuó entre los suyos. Esa es la lengua con la que ella descubrió el mundo y la cultura de sus antepasados, desde que nació el 26 de julio en la calle Boquita del Barrio Abajo de Palenque, de la mano de Ricardo Hernández, su padre, un sembrador de yuca, y Felicia Cabarcas, su madre, dulcera tradicional.
Esta joven investigadora graduada en Lingüística y Literatura de la Universidad de Cartagena, es Asesora del tema de lengua nativas de la Dirección de Poblaciones del Ministerio de Cultura. Hizo parte del comité de formulación del proyecto Palenque Patrimonio, mediante el cual se declaró a Palenque Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Es Asistente de investigación del Observatorio del Caribe.
Viene de Bogotá cargada de noticias, con una cartilla sobre Mayo, mes de la herencia africana en toda Colombia. Y con la resolución del Ministerio de Cultura que insta al Gobierno a “aunar esfuerzos para visibilizar a las comunidades afrodescendientes durante el mes de mayo, mediante acciones afirmativas desarrolladas en el marco cultural, educativo y pedagógico del Estado colombiano”. En el país habitan 4 millones 311.757 afrodescendientes, incluyendo las categorías de raizal, palenquero, comunidades negras que representan un 10.4% del total de la población.
“Hay 12 lenguas en todo el país que están en riesgo de extinción”, dice Josefa en diálogo con El Universal.
“Hay una, en Titigua (Meta), en la Sierra de la Macarena, una lengua que solo habla un solo habitante. Pero también entre nosotros, en el Caribe colombiano, hay una lengua en riesgo: en la Sierra Nevada, en Ettenaka, en el corregimiento Sabanas de San Angel. En Palenque, sin duda, hemos avanzado pero hay mucho camino que recorrer en el ámbito social de lo tangible. Creo que ha habido personas y líderes que han fortalecido la proyección de Palenque, podría mencionar entre tantos, a Dorina Hernández, Concepción Hernández, una rezandera y cantadora de lumbalú; Rafael Cassiani, Graciela Salgado, el inolvidable Simancongo...
Hay mucho por hacer en Palenque: Su casa de la cultura está culminada en su primera parte. Carecemos de buenos servicios públicos. Y aún no se ja resuelto lo de la carretera. Es muy positivo que muchos palenqueros y palenqueras estén estudiando cada día, capacitándose para preservar el patrimonio inmaterial”.
Hay tres diccionarios que preservan la lengua palenquera. Josefa elige del diccionario palenquero cinco palabras de que le parecen bellas por su propia sonoridad, cadencia y sentido: Kapurí que significa: Casi. Numano: Hermano. Ngombe: ganado. Changaina; Mujer. Ekanforá: poder.
Le pregunto qué piensa del encuentro de Obama con líderes de Palenque y cree que “fue un hecho trascendental, pero le faltó contenido”.
“El lugar más bello de mi pueblo es el arroyo en donde toda la comunidad se reencuentra”, confiesa.
Ella contará en Palenque la experiencia que ha vivido en todo el país, en la compleja tarea de salvaguardar las lenguas ancestrales. Y compartirá la noticia de que a lo largo del mes de mayo, vendrán a Colombia 7 académicos e investigadores internacionales que forman parte del comité científico del proyecto de la Ruta del Esclavo de la Unesco.
Son expertos en diáspora africana, historia de la esclavitud y segregación racial, quienes realizarán jornadas especiales en 16 ciudades del país.
“No me acostunbrio al frío de Bogotá, uya me hacía salta este calor de Palenque”, dice riéndose.
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