lunes, 16 de enero de 2012

En torno a la lengua no sexista

Por DOMINGO CABA RAMOS* 

El sexismo lingüístico ha sido definido por el feminismo como todos aquellos vocablos que, debido a la forma de expresión escogida por el hablante, resultan discriminatorios por razones de sexo.

“El feminismo ortodoxo, acrítico y acultural entiende, tal como se lo enseñó el marxismo o la sociolingüística, que la lengua es un instrumento de dominación al servicio de la sociedad machista “
(Diógenes Céspedes)

Con el título de “El constructivismo en la transformación curricular “, hace varios  años cayó en mis manos un  libro en cuya dedicatoria se lee lo siguiente:
      
“Dedico esta obra de manera muy especial a los maestros y maestras de mi país; y a todos y todas aquellos y aquellas que puedan leerla. Lo hago de esta manera, ya que considero que los mismos y las mismas son los y las profesionales más meritorios y meritorias que tienen una nación, un pueblo y el mundo. Son ellos y ellas, los padres y las madres de los  y las profesionales, los agentes de cambios, transformadores, forjadores, moldeadores y modificadores de caracteres de la sociedad y el mundo”. (García, Pedro Norberto, Ediciones Nativo CXA, 2000, Pág. 9)

 Tan  monótona o pesada construcción gramatical, propia de la llamada “lengua no sexista”, se repite a diario en discursos como el que transcribimos a continuación:

«Señoras y señores:

Gracias por asistir a esta importante reunión. Todos y todas fueron convocados y convocadas para analizar qué podemos hacer en beneficio de los y las moradores y moradoras de esta comunidad que hoy forman parte de la gran masa  de damnificados y damnificadas, víctimas de las recientes inundaciones…».

Valdría  imaginarse lo tormentoso que sería leer un libro o escuchar un extenso discurso abarrotados de semejantes galimatías o en los que tan inarmónica y aburrida sintaxis se haya empleado como forma de expresión.  Como bien lo afirma mi recordado maestro, lingüista, crítico literario y Premio Nacional de Literatura 2007, doctor Diógenes Céspedes:
       
«Con toda honestidad – afirma el profesor Céspedes -  pasar de una página de un libro o un artículo con estos torniquetes, se vuelve un martirio »

Pero, a pesar de lo  racional y válido que parezca  el juicio del reputado académico, esa forma de expresión lingüística (lengua no sexista), abarrotada de “torniquetes” o dobletes genéricos, es la  que  recomiendan las líderes feministas, por cuanto, a su  decir, no discrimina ni excluye u oculta la presencia de la mujer; ni mucho menos  destaca la supremacía masculina, como sucede cuando se emplea lo que el feminismo denomina lengua sexista.

Vale resaltar, sin embargo, la vacilación en que se incurre cuando se utiliza  la antes citada lengua,  toda vez que se intenta evitar el sexismo lingüístico  apelando a la duplicidad genérica en nombres y pronombres; pero no en los adjetivos que los califican. Así, en la dedicatoria antes transcrita, se habla de “los y las profesionales, transformadores, moldeadores, forjadores y modificadores…”, cuando a la luz de la lógica antisexista, lo recomendable  hubiera sido escribir: “los y las profesionales transformadores/transformadoras, moldeadores/moldeadoras, forjadores/forjadoras y modificadores/modificadoras”.

En el proceso de elaboración de uno y otro discurso bien pudo haberse utilizado una  construcción sintáctica de mayor pertinencia lingüística, obteniéndose, en el primer caso, por ejemplo, el siguiente resultado:
       
«Dedico esta obra de manera especial a los maestros de mi país y a todos aquellos que puedan leerla. Lo hago de esta manera, ya que considero que los mismos son los profesionales más meritorios que tienen una nación, un pueblo y el mundo. Son ellos, los padres de los profesionales,  los agentes de cambios, transformadores, forjadores, moldeadores y modificadores de caracteres de la sociedad y el mundo…» .

Obviamente que la expresión, aparte de   más armónica,  elegante y  comunicativa, resulta menos cursi   y más en sintonía con el  principio de economía lingüística;  pero no obstante su evidente pertinencia, el ala ortodoxa  del movimiento feminista  la rechazaría por entender que en ella se han utilizado formas lingüísticas  que sólo hacen referencias al género masculino y que, por tanto, excluyen, ocultan o discriminan lo femenino. Cuestionaría su uso, por entender que tales  formas resultan discriminatorias por razones de sexo, vale decir, por considerar que al emplearlas se  incurre en sexismo lingüístico.

El sexismo lingüístico

El sexismo lingüístico  ha sido definido por el feminismo como todos aquellos vocablos  que, debido a la forma de expresión escogida por el hablante, resultan discriminatorios por razones de sexo.

Al sexismo lingüístico o lengua  sexista el feminismo le opone la lengua no sexista o, como prefieren llamarlo  muchas de sus dirigentes y seguidores, la “lengua con perspectiva de género”, entendiéndose como tal,  una lengua  que no discrimina por razones de género ni destaca el predominio de uno de los sexos.

Para combatir el sexismo en el uso de la lengua,  el feminismo, a mediados de la década de los ochenta,  publicó unas recomendaciones o alternativas, muy polémicas por cierto y, a nuestro juicio, insostenibles desde el punto de vista lingüístico, las principales de las cuales se  transcribirán  en otra parte del presente  ensayo.

Etapas del sexismo lingüístico

El doctor Álvaro García Meseguer, una de las personas que más ha escrito sobre el tema, en un extenso y enjundioso trabajo titulado “El español: una lengua no sexista”, publicado en la red de Internet sin fecha, establece y describe las etapas recorridas en el estudio del sexismo lingüístico:

1ra. etapa. Se desconoce su existencia. Esta etapa se extendió en España hasta mediados de los años setenta.

2da. etapa. Alrededor de 1980 se descubre la existencia del sexismo lingüístico y de inmediato se inicia su proceso de difusión.

3ra.etapa. El feminismo intenta crear estrategias para combatirlo y en tal virtud, un organismo español llamado Instituto de la Mujer, publica,  una serie de alternativas o recomendaciones al respecto.

4ta. etapa. Coincide con el momento actual. Se ponen de manifiesto los inconvenientes que trae consigo aplicar las recomendaciones antes referidas y se crea un conflicto entre dos bandos: uno que defiende las normas antisexistas y otro que las combaten.

Son numerosas  las alternativas o propuestas establecidas para el uso de una lengua no sexista; pero antes de entrar en consideración, veamos sólo algunos de los postulados que han servido de base  de sustentación para su formulación teórica.

Postulados feministas sobre la lengua

a) “La lengua es un instrumento de dominación de la mujer al servicio de la sociedad machista.”

b) La lengua es sexista porque la cultura es y ha sido masculina.

c) “El término mujer hace referencia exclusivamente al sexo femenino, sin embargo, hombre alude tanto al individuo de sexo masculino como a todo el género humano, sin distinción de sexos, y este hecho da lugar a ambigüedades y, en ocasiones, a una ocultación de la mujer”.

d) “El sexismo que se evidencia en nuestra lengua no es más que reflejo de la histórica y real situación de opresión de las mujeres en todas las esferas”.

e) “Los hombres han nombrado la realidad a su manera diciendo lo que es y no es a través del lenguaje”.

f) “La lengua española es discriminatoria, porque el idioma hablado y escrito produce estereotipos que deforman el concepto humano de lo femenino”.

g) “Como en todos los campos, también existe discriminación de las mujeres por medio del lenguaje. Si queremos avanzar en el camino de la efectiva igualdad entre mujeres y hombres debemos combatir esa discriminación”.
      
h) “La forma actual de hablar y escribir no representa a las mujeres”.

i) “Es necesario romper con el lenguaje sexista en búsqueda de un mundo de igualdad entre mujeres y hombres”.

Así piensa el feminismo radical y ortodoxo  en materia de lengua.  Ya veremos algunas de  sus famosas alternativas, propuestas o recomendaciones en pos de una lengua sexualmente igualitaria.

*El autor es profesor universitario. Reside en Santiago de los Caballeros.

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