Que “Pájaro nalgón” en México significa persona incumplida; que “atarzanar” en Ecuador y Colombia quiere decir agarrar, asir, tomar posesión de algo; que “chilerear” es presumir una prenda u objeto de lujo en Guatemala o que “cucufato” significa santurrón en Perú y que “fax” es chisme en Costa Rica, son algunas maneras del hablar cotidiano que forman parte del Diccionario de coloquialismos y términos dialectales del español.
La naturaleza de ese diccionario, que hace unos meses fue editado por Arco/Libros en Madrid, es singular: surgió como un proyecto un tanto improvisado, emprendido por Roxana Fitch, una mexicana -tijuanense- que en su afán de ayudar a una amiga sevillana, amante de las telenovelas mexicanas, comenzó a dar forma a un glosario de palabras que con sólo salir de la boca de los protagonistas de historias como Simplemente María y Yo soy Betty la fea, o de los chistes de comediantes mexicanos, pasaban a formar parte del léxico nacional.
Pronto ese glosario echó raíces en la web, cuando el 11 de octubre de 1997 se convirtió en el sitio www.jergasdehablahispana.org, un proyecto pensado para atesorar frases como: “Le encontraron 100 gramos de chiva”, que en español mexicano quiere decir que a alguien le encontraron heroína, o aquella otra que dice: “Los muchachos agarraron sus chivas y se fueron”, que significa: ellos tomaron sus pertenencias y salieron.
Tanto en México como en los otros países de habla hispana, incluido España, hay diccionarios que tratan de recoger la “jerga”, “argot”, “slang”, “caló”, “modismo” o “coloquialismo” de su nación, pero la virtud de éste es que es un diccionario de diccionarios; es decir, una colección de 21 diccionarios -uno por cada país- del habla popular hispana, incluido Estados Unidos.
La televisión ha dejado su huella en el hablar de los hispanohablantes, su impacto es tremendo y lo ha comprobado Roxana Fitch a través del glosario. Al estudiar, investigar y conjuntar los coloquialismos del español le confirman que hay una tendencia a amalgamar, a que la jerga colombiana nutra el hablar mexicano y que los modismos mexicanos penetren en el hablar del colombiano.
Así, quedó constancia que en Sudamérica usan muchas palabras que creadas por Roberto Gómez Bolaño para “Chespirito” y que chispotearse y frases como: “Lo sospeché desde un principio” o “Yo como digo una cosa digo otra”, que usaban “El Chavo del 8”, “El Chapulín Colorado” o “La Chimoltrufia” se conocen y usan con singular alegría en Sudamérica.
El origen del proyecto
La traductora tijuanense Roxana Fitch dice a EL UNIVERSAL que no hay nada parecido a este diccionario. “Mucha gente había hecho diccionarios coloquiales pero dedicados solamente a uno o a otro dialecto específico, por ejemplo hay muchos diccionarios de España, Argentina, de México, pero uno que los incluyera a todos o los distinguiera a cada uno por país, no había”.
Ese glosario que se convirtió al cabo de 15 años en diccionario y ya está en papel, contiene alrededor de 15 mil entradas y el diccionario de modismos de México es el más abundante, después le sigue Colombia, donde tuvo un excelente colaborador; en tercer lugar de extensión está Argentina y luego España.
Roxana Fitch dice que el glosario “sí nació por las telenovelas pero es por un motivo casual: a una amiga sevillana le gustaban mucho las novelas mexicanas pero no las entendía bien, entonces cada vez que oía una palabra rara que no comprendía me escribía y me preguntaba su significado, para facilitarle las cosas empecé a hacer el glosario mexicano”.
Luego, otra razón que tuvo peso fue su interés por la lengua.
“Me apasioné por el español precisamente cuando estaba lejos de México, cuando me fui a Italia le agarré un amor como nunca había tenido, aunque me encantaba el italiano, me di cuenta que me hacía falta el español, entonces para no extrañar empecé a trabajar el glosario. Después de eso pensé ¿por qué no nos entendemos con naciones hermanas? Me di cuenta que necesitábamos un diccionario entre nosotros”.
Es que en Italia, Roxana Fitch convivía con gente de España, de Uruguay, Colombia y Cuba, por su propia profesión: la traducción, pero también por la movilidad social; allí sintió la necesidad de volver a enlazarse con el español y como no había mexicanos en su grupo, le parecía útil hacer un “glosario para que ellos me entendieran, además yo también necesitaba un glosario de todos sus dialectos para entenderlos a ellos”.
Hoy, ese proyecto virtual que abrió en la web de manera tan amplia que cualquier persona que entraba podía colaborar, se ha convertido en un libro de 941 páginas, que pesa casi un kilogramo y que contiene alrededor de 15 mil voces o entradas. Un libro que ni se conoce en México.
Desinterés de México
En este proyecto, Roxana Fitch no sólo no ha sido respaldada por ninguna institución académica de México, sino que además, cuando se acercó a varias editoriales en nuestro país, todas se negaron a publicar ese glosario del habla popular.
La paradoja es que mientras en Japón existen 10 universidades que tienen el diccionario en su catálogo y en Estados Unidos está en las bibliotecas de reconocidas universidades como Stanford, Yale y Harvard, en México sólo El Colegio de México tiene un ejemplar.
El diccionario ha tenido una única presentación en la Universidad Autónoma de Querétaro, pero no tuvo mucha difusión. “Uno de los problemas es que no hay distribución del diccionario en México, en el DF sólo se puede comprar en línea, pero además sinceramente pienso que el precio que le pusieron es alto, ronda los 900 pesos, con descuento”.
Fitch reconoce que otra cosa que le perjudicó es no haberlo presentado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. “Yo lo intenté pero Arco Libros es una editorial bastante pequeña especializada en lingüística, es muy conocida en España, pero no tiene muchos distribuidores”.
Roxana Fitch apura el paso en su labor de conjuntar el habla popular, sabe que el lenguaje es vivo y cambia constantemente, que muchas palabras surgen y otras desaparecen.
Ya tiene en marcha la siguiente versión del diccionario, en el sitio web ya hay avances de la siguiente edición, y ha sumado al menos otras 100 palabras a la lista.
Fitch ha comenzado a trabajar con un compañero uruguayo un diccionario de sinónimos de términos dialectales. “Por ejemplo, queremos tocar palabras como tacaño, que es agarrado, marro. No vamos a dar definiciones, sólo sinónimos; es decir, en tal país se dice tal cosa y en cual país se dice otra cosa”.
Hay un tercer proyecto, hacer una versión bilingüe, español-inglés; y un cuarto: “Otra cosa que tenemos muchas ganas de hacer, pero por falta de fondos no hemos podido, es una versión en audio, donde las palabras y los ejemplos los pronuncie gente de esa región”, señala la traductora.
Fitch estudia su maestría en lingüística al tiempo que sigue a la caza de otras palabras de la jerga española que aún no están en su glosario ni en su diccionario. “Eso que ni qué, hay gente que lee mi diccionario y me dice: ‘ah, gracias, ya entendí por qué en la telenovela El clon, (de Brasil), dicen tal frase; o hay quien me escribe diciendo que entendió películas como La virgen de los sicarios. Esa es una recompensa”, concluye.
No hay comentarios:
Publicar un comentario