Existe una traba que impide que actualmente se den relaciones interculturales: el racismo de la sociedad chilena. Nosotros sostenemos que este racismo está impulsado por el desconocimiento y la ignorancia. En doscientos años se nos ha hecho creer que las lenguas indígenas no sirven y eso está en el imaginario chileno.
Por Programa Conjunto Pueblos Indígenas
La Red por los Derechos Educativos y Lingüísticos de los Pueblos Indígenas en Chile está elevando importantes demandas tanto a nivel de organizaciones indígenas como a nivel nacional.
En el horizonte de esta red se encuentran diversos proyectos. Entre ellos: la ley general de derechos lingüísticos de los pueblos indígenas de Chile; la creación de un instituto de lenguas indígenas, encargado de velar por el respeto de los derechos lingüísticos; una ley de medios que promueva la incorporación de las lenguas y culturas indígenas en ellos; el uso de las lenguas originarias en los espacios públicos; la incorporación del enfoque intercultural de manera transversal en las mallas curriculares de los diversos espacios educativos; el reconocimiento a los conocimientos tradicionales y hasta una universidad intercultural.
Para conocer estas demandas y los principios las impulsan, el Programa Conjunto Pueblos Indígenas conversó con la coordinadora de la Red por los Derechos Educativos y Lingüísticos de los Pueblos Indígenas de Chile y académica de Facultad de Educación de la Universidad de Santiago de Chile, Elisa Loncon.
¿Cómo entiende la educación intercultural? ¿Cuáles serían sus principales componentes?
Nosotros planteamos que la educación intercultural tiene que ser bilingüe, porque la lengua es el soporte que contiene los saberes, historia, cosmogonía y valores de los pueblos indígenas. Podemos recuperar agua y tierras, pero si no recuperamos nuestra lengua, terminaremos siendo como el resto y perderemos la cultura. En la lengua está el motor y la posibilidad de continuar siendo indígena. Por lo tanto, todo niño descendiente de indígenas debiera tener la posibilidad de aprender la lengua de su pueblo. Esos son los derechos lingüísticos.
También sostenemos que la educación intercultural tiene que ser para todos y tiene que incorporar el componente ético que implica el reconocimiento político de los pueblos indígenas por parte del Estado. No se puede hacer educación intercultural bilingüe si no se avanza en el reconocimiento político de los pueblos indígenas.
¿Cómo se incluye a las personas no indígenas dentro de la educación intercultural bilingüe?
Existe una traba que impide que actualmente se den relaciones interculturales: el racismo de la sociedad chilena. Nosotros sostenemos que este racismo está impulsado por el desconocimiento y la ignorancia. En doscientos años se nos ha hecho creer que las lenguas indígenas no sirven y eso está en el imaginario chileno. Por eso sostenemos que es necesaria la educación intercultural para todos. Todo Chile tiene que conocer a los pueblos indígenas, su historia, su cultura, sus valores y sus aportaciones históricas a la construcción de este país. Solo así, la sociedad podrá valorarnos.
¿Qué trabas de tipo ético-político están impidiendo que exista educación intercultural en los términos que Ud. menciona?
La educación intercultural bilingüe sólo es posible cuando se da como mínimo un reconocimiento de los derechos elementales de los grupos que entran al sistema intercultural. En Chile no hay reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas, por lo que no se reconocen nuestros derechos y no tenemos representación en el parlamento. Esto hace que finalmente los que deciden las políticas para nosotros son otros.
También existen problemas sociales y económicos en relación a los pueblos indígenas que impiden que en Chile puedan existir relaciones interculturales. Los índices de pobreza son mayores en los pueblos indígenas: es el grupo más discriminado, el que tiene la mayor tasa de analfabetismo y donde las mujeres tienen menos acceso al trabajo remunerado.
Detrás de eso existe un sistema político que ha ejercido la dominación hacia los pueblos indígenas y un Estado anacrónico que no fue construido para abordar la diversidad de pueblos, sino para combatirlos, en función de potenciar la nacionalidad chilena; en ese entonces: una lengua, una cultura y una forma de vida.
Actualmente, estamos frente a una situación donde la diversidad está cobrando valor. Sin embargo, si bien existe un programa de educación intercultural bilingüe, está restringido a esta política de fondo que impide que la interculturalidad pueda avanzar.
¿Cómo evalúa el rol de las políticas públicas en materia de educación intercultural?
Se podría concordar en lo avanzado que está el reconocimiento de la educación intercultural. Sin embargo, en la práctica, está restringida a 300 escuelas.
El programa de educación intercultural bilingüe, decreto ley 280 del año 2009, define que la lengua indígena se tiene que enseñar en las escuelas donde existe un 20% de matrícula indígena. Nosotros planteamos que existiendo un niño indígena en la sala de clases, éste tiene derecho a ser criado en la cultura y la lengua de su pueblo, lo que debe ser garantizado por el Estado.
¿Existen experiencias latinoamericanas que puedan servir de ejemplo de educación intercultural y/o eventualmente servir de modelo para Chile?
El planteamiento de Bolivia en esta materia es interesante, porque ellos dicen que la educación debe ser intracultural, intercultural y plurinacional. Eso significa que la malla curricular educativa debe valorar y adentrarse en lo propio, establecer el dialogo con los otros saberes y, al mismo tiempo, con el resto del mundo en el contexto global.
En México se ha articulado la educación intercultural para todos y también se ha avanzado en la creación de universidades interculturales para pueblos indígenas. Dependiendo de la zona en que se encuentran, estas universidades establecen las carreras; algunas trabajan, por ejemplo, el etnoturismo, la agro-producción o las lenguas indígenas. Estas universidades están abiertas a la sociedad no indígena, en términos de conocimiento, de presencia de estudiantes y profesores no indígenas y también en el hecho de que forman parte de la política universitaria nacional, porque pertenecen al sistema universitario mexicano.
En Argentina están más avanzados a nivel legislativo, ellos tienen reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas y tienen una ley de educación intercultural y de derechos lingüísticos, que garantiza el aprendizaje de las 30 y tantas lenguas indígenas que tiene el país para los indígenas.
¿Cómo es actualmente el uso de las lenguas indígenas en los jóvenes, existe alguna evolución respecto de su uso, frente a las generaciones anteriores?
Siempre los estudiantes indígenas, cuando llegan a las universidades, tienden a formar grupos de trabajo por la revitalización de la cultura. Esos grupos, que por lo general pasaban desapercibidos, con el discurso de la Federación Mapuche de Estudiantes (FEMAE) han podido articularse.
Hay muchos jóvenes, cuyos padres negaron el aprendizaje de la lengua indígena, que han aprendido la lengua en cursos y que, cuando llegan a su casa hablando, abren un espacio de diálogo y de encuentro importante con sus mayores.
El tema del reconocimiento de la pertenencia a una cultura diferente es latente y tiene que ver con la búsqueda y definición de la identidad que son cosas de la esencia humana. Cuando se forman estas organizaciones de jóvenes, se da la posibilidad de que los chicos puedan asumir este proceso.
En una etapa de recuperación y rescate de las culturas indígenas como la que se está gestando actualmente.
¿Existe riesgo de que se dé un giro hacia lo más conservador de la cultura que, por ejemplo, impida a sus miembros gozar de los elementos positivos de las otras culturas?
¿Te refieres a fundamentalismos? Depende del análisis que se haga. Desde las lenguas hemos hecho esa reflexión con comunidades y educadores tradicionales. Yo les digo que hemos pasado por etapas históricas diferentes: la etapa de la colonización, la etapa de la negación y de la auto-negación durante la república, una etapa de resistencia, asumida con las herramientas que se tuvieron en ese momento y ahora estamos en una etapa de la revitalización de las lenguas y culturas de nuestros pueblos. En cada época hemos respondido de modo diferente, porque son diferentes los procesos históricos.
Yo me he encontrado con lonkos en Chiloé que revindican como suya una lengua mapuche castellanizada. Ellos resistieron así, sin embargo, hay que asumir que hablar mapudungun castellanizado también refleja un acto de dominación del castellano. Si nos situamos en una etapa más avanzada de revitalización lingüística cultural, debemos recuperar el corazón de la lengua, su gramática, sus conceptos... Creo que, si tenemos la posibilidad de corregir estas prácticas de resistencia, estamos reconociendo el hecho de que nosotros mismos somos los sabedores de nuestro idioma y que, por lo tanto, podemos enseñarlo y corregirlo. Eso no es fundamentalismo, sino una acción producto de la reflexión colectiva.
En el caso de la práctica de símbolos culturales, hay indígenas que critican el uso del trarilonko, expresando que sería una cosa folclórica e irrelevante. Yo creo que, si se entiende dentro de un proceso histórico, esto implica volver a darle sentido a aquello que quedó en desuso producto de la dominación. Si los mapuches a comienzos del siglo XX tuvieron que ir al Congreso con sombrero y terno para ser escuchados y ahora podemos ser escuchados con nuestro trarilonko, eso es parte de la revitalización cultural, no fundamentalismo.
¿Cómo este esfuerzo por recuperar y valorar la identidad por parte de los pueblos indígenas se puede extrapolar al resto de la sociedad?
En mi opinión, hoy el discurso de lo indígena tiene mucha cabida si uno entiende el proceso de globalización que estamos viviendo. La cultura chilena también corre riesgo de ser hegemonizada por las culturas que tienen más fuerza a nivel global. Existe una necesidad de fortalecimiento local, pues la globalización va a ser útil en la medida en que las culturas locales puedan dialogar con ella. Para llegar a ese nivel, necesitamos tener ciertas herramientas como país que nos induzcan a valorar lo que somos.
Por otra parte, el movimiento indígena mantiene una utopía vinculada a la valoración de la tierra y de la espiritualidad que no tiene el movimiento social chileno y que perfectamente podríamos compartir en la demanda común por mejorar el mundo en que vivimos.
¿Qué acciones están contemplando a futuro para avanzar en el reconocimiento de los derechos lingüísticos y en la demanda por una educación intercultural?
En primer lugar, la enseñanza de la lengua: la ley de derechos lingüísticos, que busca reconocer las lenguas indígenas como lenguas nacionales. En segundo lugar, la creación del instituto de lenguas indígenas, que sería un organismo de representación de todos los pueblos en materia de políticas lingüísticas.
También queremos elaborar una propuesta para el reconocimiento de los conocimientos tradicionales; una ley de medios, que promueva el acceso de la cultura y las lenguas indígenas a los medios de comunicación y lograr establecer el uso de las lenguas originarias en los espacios públicos de alta concentración indígena.
Además, deseamos la interculturalización de las mallas curriculares. Lo ideal sería que en el futuro se considerara la interculturalidad como un elemento transversal, que formara parte en el proceso de acreditación de las universidades.
Por último, nos gustaría avanzar en la idea de una o más universidades interculturales indígenas, que formen personas en la valoración de lo intracultural, lo intercultural y lo plurinacional.
Tenemos muchas ideas y proyectos, lo que implica conversar, dialogar, generar movimiento y también avanzar en nuestra autoformación, para que cuando se abran posibilidades de reformas políticas y/o sociales, estemos presentes.
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